martes, 19 de junio de 2007

NOTICIAS CURIOSAS: WALT DISNEY ES UN COPIÓN


¡¡¡ WALT DISNEY ES UN COPIÓN !!!

Imagino que aprovechando los 50 años
de Disneyland, o simplemente como mera coincidencia,
encontramos este artículo donde descubrimos
el orígen "verdadero" del personaje más famoso
de Walt Disney: el Mickey Mouse.

Sr. Walt, le hemos descubierto!
Y yo que le tenía por un tipo creativo...



sábado, 16 de junio de 2007

LA MEMORIA DE LAS SOMBRAS

Blas de Lezo

Vaya por delante que no está en mi ánimo inaugurar esta sección con estridencias o discursos grandilocuentes o denuncias demagógicas, de lo que ha sido siempre nuestra historia, incluso cuando el país era un Imperio y dominaba gran parte del mundo. Es célebre la lista de gobernantes fanáticos, corruptos e incompetentes que hemos sufrido y que han hecho de España hasta hace nada, un país pobre lleno de gente conforme (que no conformista)

El almirante Blas de Lezo es un ejemplo de admirable valentía que como tantos otros ha caído en el olvido de este país tan ingrato. Este estratega guipuzcoano endosó la mayor derrota naval de la historia, en este caso a los ingleses.

Todo empezó en 1739, cuando el capitán español Juan León Fandiño captura al corsario a sueldo Robert Jenkins. Como castigo le corta la oreja y le dice "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Jenkins se presento, oreja cortada en mano, en la Cámara de los Lores para denunciar el caso, y los ingleses que necesitaban una excusa para intentar apoderarse de los territorios de ultramar españoles declararon la guerra al Imperio. El Almirante Vernon fue el encargado de llevar a cabo esa guerra, conocida como “Guerra de la oreja de Jenkins”.
Toma en un principio una ciudad llamada Portobello, mal defendida según la historia, y desafía a Blas de Lezo, almirante de Cartagena de Indias, conocido como Patapalo, o más tarde como Mediohombre, por las muchas heridas sufridas a lo largo de su vida militar (le faltaba una pierna, una mano e incluso un ojo). Después de la victoria de Portobello, los británicos, envalentonados, reunieron una armada compuesta por 180 barcos, 2000 cañones, y 23600 hombres. Nunca en la historia se habría de reunir una armada igual (ni siquiera la Armada Invencible) hasta el Desembarco de Normandía y con estas fuerzas se dirigió a conquistar Cartagena, protegida por 6 barcos, 6000 españoles y 600 arqueros indios. Vernon consiguió hacer que los españoles se refugiasen en el castillo, y mandó un mensaje a Inglaterra diciendo que había tomado Cartagena de Indias. Este hecho provoco que se acuñase una moneda especial en la cual se veía a Blas de Leza entregando su espada a Vernon, pero había vendido la piel del oso antes de cazarlo. El resultado final de la batalla fue que entre la estrategia española (un contraataque con mucha imaginación), la maestría naval de las 6 naves y las enfermedades, los ingleses perdieron 50 barcos y 18000 hombres, teniendo que huir derrotados. Cuando el rey Jorge II se enteró, quitó de la circulación todas las monedas de la victoria ficticia en las cuales estaba inscrito "el orgullo español humillado por Vernon". Después prohibió escribir sobre esta guerra, y todo cayó en las sombras. Muy al contrario de lo que ha ocurrido con Trafalgar o con la Armada Invencible. Lezo fue herido en la batalla y murió cinco meses más tarde en la misma ciudad. Nadie sabe dónde recibieron sepultura sus restos y a ninguno de los ineptos de turno que hemos aguantado le ha importado.

Para más información: http://usuarios.lycos.es/pay/lezo.htm

lunes, 4 de junio de 2007

REFLEXO-LOGOS: Cuento.

"Yo sólo hablo de lo que sé. De lo que no sé, no hablo"

Hace algunos años, un periodista-aventurero (o aventurero-periodista) organiz
ó un viaje por China. Su intención era elaborar una crónica de varios días sobre la realidad de algunas zonas rurales, a través de personajes locales clave. Un buen día, en un pueblo semifantasma de la provincia de Hubei, descubrió a un risueño anciano. Éste era conocido en su pueblo por la sabiduría que desprendía. A él acudían todos con sus problemas en los momentos en los que andaban faltos de consejo. Cuando nuestro viajero le pidió unas palabras sobre sí mismo, esto es lo que dijo exactamente:
"Yo sólo hablo de lo que sé. De lo que no sé, no hablo"
As
í, a botepronto, el periodista pensó: "Pues menuda sabiduría. Pues eso ya lo sabe hacer todo el mundo, porque no hay que saber".
El viaje continu
ó, y nuestro protagonista aún estuvo una semana más visitando todo tipo de señores, funcionarios, agricultores y demás fauna humana.

Poco despu
és del viaje, y ya de vuelta en su país, el periodista presenció un accidente. Con grave riesgo para su vida, pudo salvar la suya a los implicados, perdiendo en el lance un documento que le había facilitado el personal de secretaría de la redacción en la que colaboraba. Cuando el mismo día acudió a la ventanilla para volver a solicitarlo - aduciendo pérdida -, la secretaria no le alabó precisamente. De hecho, resaltó el supuesto carácter de viajero despreocupado del héroe, y le recordó el trabajo perdido para los funcionarios que suponen casos como el suyo, que andan perdiendo las cosas.

Pasaron unos meses y lleg
ó el día en que se emitía su crónica. No sin un fuerte desagrado, pudo comprobar que las partes del montaje final que no dependían directamente de él en persona, aparecían con ciertos errores y además inducían a confusiones. Por supuesto, nadie le habia consultado en su elaboración.

Al cabo de un tiempo nuestro hombre sufri
ó un fuerte varapalo. Experimentó la pérdida de varios seres muy queridos para él. Su vida diaria se le antojaba completamente extraña con respecto al pasado, y ésta había perdido gran parte del sentido. Se sentía francamente desorientado y diluido en una marea de sentimientos internos y acontecimientos externos. Habló con un amigo en busca de ayuda. Su ayuda, que finalmente no fue de mucha ayuda, empezaba por: "Tú lo que tienes que hacer es...". A los pocos días habló con otro amigo: "Deberías..." y así con muchas personas.

Recordando todo aquello junto, un d
ía el periodista sintió una necesidad tremenda de viajar a China de nuevo... ¿Por qué fue? (solución muy clarita en el título).