La Pérfida Albión: Parte I
Tras largo tiempo desaparecida esta sección, hoy reaparece de nuevo para contaros a modo de serial lo que me deparará la estancia predoctoral de tres meses que hoy mismo comienzo.
Para que la gente se centre, he de comenzar diciendo que me dispongo a realizar una estancia en Sheffield, en colaboración con The University of Sheffield y más concretamente con el Department of Mechanical Engineering. Como ya he dicho antes estaré por aquí tres (¿largos?, ¿cortos?) meses en los que tendré que pelearme con mi inglés y con las tareas que allí me vayan encomendando.
Bueno, pues aquí sentado en el tren que me transporta desde el Aeropuerto de Manchester hasta el citado Sheffield, y con la agradable (y única) compañía de un calvo y una adolescente semi-gótica, he pensado que después de tanto penar en el viaje escribir un artículo en el blog quizás resultara algo reconfortante.
Y es que 12 horas antes, a pesar de tirarme toda la mañana corriendo de un lugar a otro, el viaje empezaba con normalidad. Cogí el AVE, llegué a Atocha, cercanías a Nuevos Ministerios, Metro hasta Barajas, deposito en el mostrador de la compañía bmibaby mis 21.5 kg de maleta (gracias a Dios no me cobran recargo por pasarme de 20 kg) y después de pasar el siempre tedioso control policial, me siento en mi puerta de embarque a cumplir con la horita y media que falta hasta el despegue. Y en ese momento fue cuando tenté sin deber al destino y me dije a mi mismo: "Está saliendo todo a pedir de boca" (No exactamente con esas palabras, sino con otras más soeces, ya me conocéis).
"El vuelo de la compañía bmibaby con destino Manchester y salida a las 18.25 tiene un retraso de 1 hora y 30 minutos", dice la megafonía. "Con dos cojones", digo yo. Finalmente, y tras amortizar la PSP que me compré hace un par de semanas, a las 20.30 hora peninsular estaba ya sentadito en mi asiento de ventana 23F viendo como el capullo de las maletas metía la mía en el avión como si la pobre le hubiese hecho algo. Supongo que la experiencia le hizo no mirar hacia las ventanillas del avión y evitar así la mirada de odio que con esfuerzo y sobreactuación le dirigía.
A las 22.30 (hora local) por fin recuperé mi maleta de las manos de esos salvajes y me dirigí presto al autobús que une la terminal T2 del aeropuerto de Manchester con la estación de tren. No sé para qué corrí, si total éste salía 30 segundos antes de que yo llegase. Otros 10 minutitos de espera y a las 22.50 llego a la estación. Rapidito otra vez para coger el tren de las 23.00. Sí, ese que no existe. Y mira que es mala leche que salgan cada hora menos a las 23.00. Así que otra horita esperando para coger el tren de las 00.00 y mientras la PSP echando humo.
Mientras escribía estas líneas un adolescente con cresta y el típico inglés rojo de Benidorm se han subido al tren en Manchester Piccadilly o algo así. A ver donde irán estos pendones a estas horas... A la 1 y poco espero llegar a la estación y si estáis leyendo esto significa que, o bien cogí un taxi y llegué sin problemas a mi desconocida morada durante Septiembre (del resto de meses ya hablaré), o bien llegué exhausto tras 1 hora de larga caminata huyendo de violadores nocturnos con 21.5 kilos de ropa a mis espaldas y un portátil que proteger. Vosotros que podéis, elegid el final que más os guste, porque a mi me lo está preparando el destino (o Murphy) para dentro de unos minutos.