"Yo sólo hablo de lo que sé. De lo que no sé, no hablo"
Hace algunos años, un periodista-aventurero (o aventurero-periodista) organizó un viaje por China. Su intención era elaborar una crónica de varios días sobre la realidad de algunas zonas rurales, a través de personajes locales clave. Un buen día, en un pueblo semifantasma de la provincia de Hubei, descubrió a un risueño anciano. Éste era conocido en su pueblo por la sabiduría que desprendía. A él acudían todos con sus problemas en los momentos en los que andaban faltos de consejo. Cuando nuestro viajero le pidió unas palabras sobre sí mismo, esto es lo que dijo exactamente:
"Yo sólo hablo de lo que sé. De lo que no sé, no hablo"
Así, a botepronto, el periodista pensó: "Pues menuda sabiduría. Pues eso ya lo sabe hacer todo el mundo, porque no hay que saber".
El viaje continuó, y nuestro protagonista aún estuvo una semana más visitando todo tipo de señores, funcionarios, agricultores y demás fauna humana.
Poco después del viaje, y ya de vuelta en su país, el periodista presenció un accidente. Con grave riesgo para su vida, pudo salvar la suya a los implicados, perdiendo en el lance un documento que le había facilitado el personal de secretaría de la redacción en la que colaboraba. Cuando el mismo día acudió a la ventanilla para volver a solicitarlo - aduciendo pérdida -, la secretaria no le alabó precisamente. De hecho, resaltó el supuesto carácter de viajero despreocupado del héroe, y le recordó el trabajo perdido para los funcionarios que suponen casos como el suyo, que andan perdiendo las cosas.
Pasaron unos meses y llegó el día en que se emitía su crónica. No sin un fuerte desagrado, pudo comprobar que las partes del montaje final que no dependían directamente de él en persona, aparecían con ciertos errores y además inducían a confusiones. Por supuesto, nadie le habia consultado en su elaboración.
Al cabo de un tiempo nuestro hombre sufrió un fuerte varapalo. Experimentó la pérdida de varios seres muy queridos para él. Su vida diaria se le antojaba completamente extraña con respecto al pasado, y ésta había perdido gran parte del sentido. Se sentía francamente desorientado y diluido en una marea de sentimientos internos y acontecimientos externos. Habló con un amigo en busca de ayuda. Su ayuda, que finalmente no fue de mucha ayuda, empezaba por: "Tú lo que tienes que hacer es...". A los pocos días habló con otro amigo: "Deberías..." y así con muchas personas.
Recordando todo aquello junto, un día el periodista sintió una necesidad tremenda de viajar a China de nuevo... ¿Por qué fue? (solución muy clarita en el título).
lunes, 4 de junio de 2007
REFLEXO-LOGOS: Cuento.
Publicado por CFC a las 7:50 p. m.
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1 comentario:
Bueno, esto se puede interpretar de muchas maneras porque claro, quién se fiaría de un viejo? Creo que el chino o estaba harto del metomentodo del reportero y quería quitárselo de encima o tenía alhzeimer...
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