Hoy toca guardia en box de camillas. Eso quiere decir que tienes en tu bolsillo una moneda. La cara consiste en que no vas a estar de arriba abajo sin parar, que no vas a estar en tira y afloja constante con los familiares y pacientes, y en fin, que vas a poder estar sentadito muchas horas. La cruz es que la gente va a venir muy malita, y que se te puede quedar ahí mismo, a veces de manera inevitable y otras veces como no estés pendiente.
Hoy viene bastante gente, bastante malita. La guardia está resultando mala. Y la puñetera ecografía de JV que no viene…
- Voy un momento a puerta, a ver si es que la han dejado ahí por error – le comento a mi adjunta, que me responde con un “Vale” de aprobación. No puedo evitar sentir cierto bienestar por demostrar que tengo algo de iniciativa propia ante un adjunto. En el futuro, esa sensación irá apareciendo cada vez con acciones progresivamente más complicadas y responsables, y no por tonterías como ésta.
- ¡Hola, doctor!
- Usted me suena – se adelanta ella.
- Usted también me suena… ¿pero de qué? – Como respuesta, me señala a un anciano sentado cerca:
- Es mi marido. Vengo con él, que está malo. Usted nos atendió hace tiempo, que vinimos, ¿verdad?
- ¡Ah! Ahora sí – exclamo al reconocer súbitamente al hombre – ¿Qué tal?
- Pues bien. Es que le he visto, y me he dicho “éste yo creo que es el que nos atendió la última vez”, y es que tenía que saludarlo. ¡Nos alegramos mucho! ¿Qué tal le va?
- Pues… bien… ¡muchas gracias! – Mientras me asombro, voy haciendo un esfuerzo por saber de qué narices atendí a este hombre… ¡Ya está! Está operado de cáncer de colon. Vino por una rectorragia la otra vez, o quizás por un problema urinario.
- Nada, claro. Es que me alegro mucho de verle. Me había parecido reconocerle, y me he dicho: “Tengo que saludarle”. Pues me alegro mucho de que le vaya bien.
- Hombre… Pues yo también. Espero verles p… no les voy a decir que a ver si nos vemos otra vez por aquí, pero bueno…
- No, claro, claro, pero nos hemos entendido… - Un pequeño silencio de sonrisa mutua prologa al final -
- Adiós.
- Adiós – responden tanto ella como él sin haber perdido la sonrisa ni la cara de ilusión en ningún momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario