Homogéneos pero libres y realistas
"Comienzo declarando al lector que, en todo cuanto he hecho en el curso de mi vida, bueno o malo, estoy seguro de haber merecido elogios y censuras y que, por lo tanto, debo creerme libre"
Estas admirables palabras son el comienzo de las "Memorias del caballero Giacomo Casanova", espléndido fresco dieciochesco repleto de pasiones y ficciones, y no es difícil comprender el profundo impacto que resultan tener en el lector, especialmente si se trata de alguien joven. La convicción de merecer elogios y censuras más allá del acierto en las decisiones tomadas es quizá la prueba más honrada de la consciencia de la propia libertad. Somos seres razonablemente libres, sin embargo no soportamos más que dosis limitadas de la realidad. ¿Por qué? ¿por qué persistimos en desdeñar aquellos aspectos de la realidad que no se pliegan a nuestros deseos con la debida celeridad? Eliot pensaba que esto se debe a un residuo de nuestra etapa infantil en la que experimentamos una onmipotencia alucinatoria. Esto se une a la idea heróica de la resistencia a la globalización cultural. Cuando más ajeno se esté, más genuino y auténtico. ¡Qué éxtasis provoca pensar que se vive al margen de todo y todos! Ridículo. Cuando no se está dispuesto a adaptarse o no se es capaz de ello, se tiene un grave problema. ¡Peor para la realidad! podriamos decir… No: peor para nosotros. Sin son tercos nuestros deseos más aun lo es la realidad.
¿Qué hacer? Si leemos a Voltaire, quizá la figura intelectual con cuyas ideas se pueden cometer menos errores en la vida, encontramos que es necesario desarrollar "Un realismo abierto, una madurez que no sea mera resignación ni acomodo tembloroso en la vida" Esto debería ser tarea de la educación, cuando es digna de su nombre, y continúa... "La conciencia es la interiorización de la realidad como aquello que se resiste independientemente a nuestros deseos y, a la par, como lo único capaz de satisfacerlos puesto que los has suscitado"
Los olmos no dan peras y los coches no están diseñados para volar y esto no significa que que sea imposible volar o comerse una pera, sólo que es imposible utilizar aquellos para estos fines.
Asumamos pues la cuota de realidad que nos corresponde, no tengamos miedo a la libertad ni a parecer homogeneos (¿No son tus miedos mis miedos? ¿No son tus deseos mis deseos? ¿No bebemos todos de la misma copa humana?) y sigamos infatigables buscando esa verdad que nos hará libres.